lunes, 27 de julio de 2015

El negocio de la caza amenaza la fauna salvaje de África

Cazar leones está permitido no solo en Zimbabue, sino también en la vecina Sudáfrica, el país donde más extendida está esta práctica cinegética

A Satao le arrancaron la cara por apenas 300 euros. En sus 45 años de vida, este paquidermo había resistido sequías y amenazas animales, pero la avaricia y la miseria humanas pudieron finalmente con él. A finales de mayo de 2014, Satao, considerado uno de los grandes reyes del parque nacional de Tsavo, en Kenia, era asesinado por cazadores furtivos. Como con el ya archiconocido caso del león Cecil, muerto en Zimbabue, no hubo ninguna posibilidad de supervivencia. Una de las flechas envenenadas entró por su costado izquierdo.
Cazar leones está permitido no solo en Zimbabue, sino también en la vecina Sudáfrica, el país donde más extendida está esta práctica cinegética. Aunque en zonas protegidas, como el célebre Parque Nacional Kruger está prohibida, hay numerosas reservas privadas que ofrecen esta actividad como principal reclamo, del que obtienen importantes ingresos.
En cualquier caso, existe un importante movimiento en contra de lo que se conoce en inglés como «canned hunting», la «caza enlatada», que consiste en conducir al animal hasta su cazador como si fuera al matadero, informa Jaime Velázquez.
Al margen del debate y la investigación abiertas sobre si el caso del león Cecil se trató de caza deportiva o no, en la actualidad buena parte de las especies del continente africano –desde elefantes a primates, pasando por rinocerontes– se enfrentan a la amenaza de bestias de salvajismo desatado.
Algunas con nombre y apellidos. Como Tang Yong Jian. Aunque a este ciudadano asiático, las promesas de dinero rápido le salieron caras. Más aún, a sus víctimas. En febrero del año pasado, un tribunal de Kenia condenaba a este ciudadano asiático a una multa récord de 20 millones de chelines (cerca de 170.000 euros) tras ser arrestado días antes en el aeropuerto de la capital, Nairobi, con cerca de 3,4 kilogramos de marfil en su maleta.
Jian se convertía así en la primera persona en ser sentenciada bajo unas nuevas leyes anticontrabando, destinadas a purgar la caza furtiva. El negocio es creciente. Pese a lo volátil de este mercado, un kilo de marfil en el mercado negro asiático ronda los 1.800-2.200 dólares (de media un colmillo cuenta con 60 kilogramos). No obstante, los cazadores furtivos no suelen recibir más de dos o tres dólares por kilo.
Recientemente, un estudio encabezado por el biólogo Samuel Wasser, de la Universidad de Washington, pionero en el uso de pruebas de ADN para rastrear el origen del marfil ilegal, identificaba los dos principales focos de la caza furtiva de elefantes en África.

Declive del elefante

Conforme a este análisis, publicado en la revista «Science», más del 85 por ciento del marfil de elefante africano de bosque (también conocido como de selva africano) bajo incautación entre 2006 y 2014 fue rastreado hasta el ecosistema Tridom (Tri-National Dja-Odzala-Minkebe), que se extiende por el noreste de Gabón, noroeste de República del Congo y el sureste de Camerún, y así como a la reserva adyacente en el suroeste de la República Centroafricana.
De igual modo, un porcentaje similar, en este caso de elefante africano de sabana, fue reconocido, principalmente, en la reserva Selous, en el sureste de Tanzania; y la reserva de Niassa, en el norte de Mozambique. En este sentido, desde 2011, el punto de acceso de los paquidermos comenzó a cambiar hacia el norte, desde el sureste de Tanzania hacia el parque nacional Ruaha y la reserva Rungwa, en el centro del país, arrastrándose gradualmente hacia la frontera norte con Kenia.
Según datos de la organización Traffic, el número de paquidermos ha sufrido una caída en picado en los últimos años. Este es el caso de Tanzania, donde de los 109.051 ejemplares de 2009, se ha pasado a solo 43.330 el pasado año.
Y la amenaza no solo afecta a la vida de los animales: el 13 de enero de 2012 Abdi Abdudalli Mohammed, un guarda forestal de origen somalí, era tiroteado por cazadores furtivos de elefantes mientras patrullaba el corredor Kasigau, al este de Kenia. En el incidente, otro compañero, Ijema Funan, resultaba herido de gravedad. Miembro de honor de la conservacionista Wildlife Works, Mohammed se convertía entonces en el primer guarda de esta organización en ser asesinado en 15 años.

Una práctica en el filo de

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