Cuando pensamos en naturalistas influyentes, el primero que nos viene a la cabeza es Charles Darwin y su teoría sobre el orígen de las especies.
Sin embargo, hubo otros científicos importantes que cambiaron nuestra forma de ver y comprender la naturaleza.
Estas son algunas de las figuras más admirables de la historia de las ciencias naturales. ¿Los conoces?
1. Edward Tyson: el padre de la anatomía comparativa
Edward Tyson consideraba que cada animal era un mundo maravilloso en sí mismo.
Sostenía que debemos tratar de comprender a los animales para poder entender mejor a los seres humanos.
Nacido en 1651, Tyson era un talentoso anatomista y fue uno de los primeros en su campo en comparar la anatomía de los animales con la de los humanos.
Para la disección de un chimpancé, tuvo en mente los cuerpos de humanos y monos, y notó que el chimpancé tenía más similitudes con los humanos que con los monos.
Básicamente, Tyson identificó un nuevo grupo de animales: los simios.
El naturalista elaboró estas teorías mucho antes de que las teorías científicas clasificaran sistemáticamente el mundo natural.
Su trabajo sentó las bases del trabajo de científicos como Carl Linnaeus a la hora de desarrollar una manera eficaz de catalogar el mundo natural.
2. Antoni van Leeuwenhoek: el padre de la microbiología
Antoni van Leeuwenhoek descubrió todo un nuevo mundo en miniatura.
El comerciante de telas holandés, nacido en 1632, fue la primera persona en observar una bacteria y en analizar las células que se encuentran en nuestra sangre.
Fue también el primero en ver los microorganismos en el agua y en comprender el significado del esperma.
Durante su larga vida, fabricó cientos de lentes de microscopio, a menudo diseñadas para microbios específicos, logrando lo que no pudieron lograr otros microscopistas de su época.
Van Leeuwenhoek tenía una curiosidad ilimitada, e hizo hasta lo imposible para poder observar otros especímenes, incluso cultivarlos en su propio cuerpo.
Con su trabajo, Leeuwenhoek logró tanto cautivar como perturbar al público.
3. Alfred Russel Wallace: el creador de la biogeografía evolutiva
La famosa teoría de la evolución por selección natural fue uno de los descubrimientos más significativos de la historia de la ciencia.
Dos hombres, Charles Darwin y Alfred Russel Wallace, fueron sus creadores.
Y, de no haber sido por Wallace, posiblemente esta teoría nunca se habría publicado.
Nació en 1823, y cuando era joven le fascinaba la idea de que las especies pudieran evolucionar. Y estaba decidido a descubrir el mecanismo que lo permitía.
Wallace viajó por el mundo buscando las claves de esta teoría y, en 1858, mientras se encontraba en Indonesia, enfermo de malaria, hizo su gran descubrimiento.
Lo que no sabía era que Darwin había llegado a la misma conclusión muchos años antes.
Pero fue cuando recibió un breve ensayo de Wallace desarrollando esta teoría que Darwin se apresuró a presentarla ante la Linnean Society, tan sólo unas semanas más tarde.
A la sociedad científica le llevó un tiempo aceptar esta idea tan revolucionaria que cambiaba por completo la manera en la que entendemos el mundo natural.
4. Franz Baron Nopcsa: el fundador de la paleobiología
Franz Baron Nopcsa von Felső-Szilváswas era un aristócrata húngaro, y el primero en pensar creativamente sobrecómo los animales extintos se pudieron haber comportado.
Antes que Nopsca, los paleontólogos sólo estaban interesados en nombrar y describir los dinosaurios y otras formas de vida extintas, sin considerar cómo habrían vivido sus vidas.
Nopsca pensaba que era probable que algunos dinosaurios se ocupaban de sus crías. En el momento, la idea fue considerada una mera fantasía, pero varios descubrimientos posteriores de dinosaurios fosilizados cuidando sus nidos apoyan esta teoría.
No todas sus ideas eran exactas, pero Nopcsa tenía la libertad de pensamiento y la confianza para explorar nuevas teorías.
5. Sir Hans Sloane: el padre del Museo Británico
Nacido en 1660, Sir Hans Sloane es quizás el coleccionista más prolífico de la historia, y tenía gustos eclécticos.
Aunque la mayor parte de su colección estaba formada por plantas y animales, también coleccionaba monedas y medallas, libros y manuscritos, estatuas, dibujos, y sentía un aprecio especial por los zapatos.
Fueron los contactos que hizo mientras trabajaba como médico y su tratamiento generoso de los más desfavorecidos de la sociedad lo que permitió a Sloane coleccionar de forma tan prolífica.
Capitanes de navío, comerciantes locales, exploradores y aristócratas que volvían de sus viajes le llevaban objetos que habían adquirido.
Pero lo que lo convirtió en un verdadero héroe de la historia natural es lo que Sloane hizo con su colección.
Cuando murió en 1753, su testamento instruia que se le ofreciera al gobierno su colección completa de 71.000 objetos por la suma de £20.000, muy por debajo de su valor.
Tras vender lotería para conseguir el dinero y aprobar una ley en el parlamento, nació el Museo Británico. Gran parte de esa colección sentaría las bases posteriormente del Museo de Historia Natural, en 1881, y de la Biblioteca Británica, en 1973.
El generoso regalo de Sloane a la nación empezó una nueva era de museos de propiedad pública y fue parte de la transición entre el coleccionismo por curiosidad y la utilización de las colecciones para entender mejor el mundo.
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