A lo largo de la historia el ajo ha sido una especie muy valorada.
Por el característico sabor que le aporta a las comidas pero, sobre todo, por sus reconocidos efectos medicinales.
Ahora un proyecto experimental en Reino Unido busca aprovechar las propiedades curativas de esta planta de la familia de las liliáceas para tratar a los árboles enfermos del bosque de Northamptonshire.
El tratamiento consiste en administrarle al árbol enfermo una solución de ajo concentrado mediante un dispositivo semejante al de una inyección.
Aplicada a gran escala, esta metodología resulta costosa y poco práctica, pero puede contribuir a salvar a aquellos árboles que tienen un valor histórico o sentimental.
Abrazo de ajo
El ajo es uno de los agentes antibacterianos y antifúngicos más poderosos que hay en la naturaleza.
Contiene un compuesto llamado alicina, que se produce cuando se lo corta o se lo tritura.
El dispositivo para aplicar la inyección -que contiene este compuesto- consiste en una cámara presurizada con ocho tubos que se conectan a distintos puntos del árbol.
La presión impulsa la solución de ajo a través de los tubos y así ingresa en la savia que circula por el árbol. Sube por el tronco hasta llegar a las ramas y las hojas por el proceso de transpiración.
Las agujas -que están conectadas a los tubos- se insertan en el tronco de manera tal que puedan distribuir la alicina de forma pareja en todo el árbol.
Cuando el agente activo entra en contacto con la enfermedad, la destruye. Y, como el veneno es orgánico, el árbol no lo rechaza.
Éxito del 95%
"En los últimos cuatro años hemos tratado 60 árboles que sufrían antracnosis o cancro del castaño de Indias. Todos estos árboles se curaron", le dice a la BBC Jonathan Cooking, un especialista en árboles que participa en el proyecto.
"Estos resultados están respaldados por otros 350 árboles que hemos tratado en otras partes del país, donde hemos obtenido un éxito del 95%", añade.
Los robles afectados por la enfermedad conocida como deterioro agudo del roble- que eventualmente termina matando al árbol- mostraron una mejoría tras recibir la inyección.
En condiciones de laboratorio, la alicina mata a la chalara, un patógeno que afecta a los fresnos.
La solución de ajo la fabrica una compañía en Gales. "Se hace triturando los dientes de ajo y se le aplica un método patentado para amplificar el volumen de la alicina y mejorar su calidad, para que se mantenga estable por un año", explica Cooking.
Sin este proceso, al natural, la alicina se mantiene sólo por unos 5 o 10 minutes, agrega.
Escepticismo
Stephen Woodward, experto en árboles de la Universidad de Aberdeen, cree que dada las propiedades antibacterianas de la alicina probadas en laboratorio, es posible que este tratamiento funcione.
No obstante, se mantiene cauto frente a estos métodos de "control biológico".
"El que (la solución) esté hecha de una planta no significa que no dañe el ecosistema", le dice a la BBC. "Por ejemplo, el cianuro también está hecho en base a plantas".
Otros conservacionistas también se muestran escépticos frente a esta drástica intervención.
Anne Edwards, del John Innes Centre, quien fue una de las primeras en identificar la enfermedad que afecta a los frescos en un bosque de Norwood, cree por ejemplo que este tratamiento no sería efectivo para salvar a los fresnos enfermos.
"En un bosque, tenemos que dejar que la naturaleza siga su curso", explica.
Austin Brady, del Woodland Trust, también favorece una aproximación diferente. Esta organización ecologista está invirtiendo cerca de US$2,5 millones en un banco de semillas.
La idea es plantar árboles cuyos orígenes puedan trazarse completamente para asegurarse de que no están afectados por esta enfermedad no autóctona.
"Nuestros bosques nativos necesitan generar resistencia a las pestes y a las enfermedades. Si empezamos desde el principio de la cadena podemos garantizar que habrá millones de árboles con las mejores posibilidades de sobrevivir en el largo plazo", asegura Brady.
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