sábado, 27 de septiembre de 2014

Se relanzó la ilusión para un acuerdo climático

La ONU estimuló negociaciones para que la humanidad sepa cómo mitigar el cambio climático global.

Las protestas por la falta de acción política frente al cambio climático se escucharon durante toda la semana en Nueva York, sede de las Naciones Unidas.













La Cumbre del Clima celebrada esta semana en Nueva York sirvió para recoger algunos compromisos de reducción de emisiones, un buen número de promesas financieras y, sobre todo, muchos mensajes sobre la voluntad de actuar de forma urgente para enfrentar el calentamiento global.
Más de 120 jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo se dieron cita en la sede de Naciones Unidas, para demostrar su voluntad de cambio y responder a las preocupaciones de los cientos de miles de ciudadanos que salieron a las calles para exigir medidas contra el cambio climático.
“Nuestro deber fue escuchar”, dijo en una conferencia de prensa el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, que reiteró la necesidad de actuar con urgencia.
El diplomático coreano, impulsor de la cita, recordó al mundo que “es imposible negociar con la naturaleza” y aseguró que el tiempo para responder al calentamiento de la Tierra se está agotando y no caben excusas. “No puede haber un plan B para mitigar un nuevo clima global, porque no tenemos un planeta B”, insistió Ban.
La ONU dio su palabra a gurús del cambio climático de que impulsará acuerdos, entre ellos al exvicepresidente de EE. UU. Al Gore. También a estrellas mediáticas como Leonardo DiCaprio, que reclamaron medidas inmediatas.
Y es que los científicos han hecho un llamado a que se controle la contaminación con gases de efecto invernadero, para limitar el aumento promedio de la temperatura del planeta a dos grados centígrados respecto a la época preindustrial.
Sin embargo, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático afirma que, como van las cosas, las temperaturas habrán aumentado al final del siglo XXI en más de cuatro grados. Esto traerá graves daños a la biodiversidad, que no estará capacitada para adaptarse a una transformación climática tan drástica y acelerada.
Más ahora que, según estudios de Global Carbon Project, publicados en la revista Nature Geoscience, las emisiones de dióxido de carbono siguen aumentando. Subieron un 2,3 por ciento en el 2013. “No podemos esperar; compartimos un consenso básico sobre el peligro que nos acecha; ahora toca acelerar el paso”, dijo el rey Felipe VI de España.
Entre los compromisos tangibles que arrojó la cumbre se destacó el adoptado por 32 países y decenas de empresas para reducir a la mitad la pérdida de bosques en el año 2020 –la deforestación es uno de los principales motores de la transformación climática– y detenerla totalmente en el 2030. La declaración –sellada, entre otros, por Estados Unidos, México, Francia, Chile, Colombia y Perú– prevé además recuperar, al menos, 20 millones de hectáreas de tierras degradadas.
Precisamente, Gabriel Vallejo, ministro de Medioambiente, anunció que el país se benefició de la buena voluntad de la comunidad internacional percibida en la reunión, e informó que está muy cerca de cerrar un compromiso que entregará recursos a Colombia por 100 millones de dólares para invertir en el programa ‘Visión Amazonia’. Este busca bajar a cero la tala y aplicar un modelo de desarrollo bajo en carbono para esta región.
El sector público y el privado también anunciaron a lo largo de la cumbre un importante refuerzo de las inversiones y las ayudas para la lucha contra el cambio climático. Francia prometió, por ejemplo, aportar en los próximos años 1.000 millones de dólares al ‘Fondo Verde’, puesto en marcha para financiar acciones contra el calentamiento en países en desarrollo, algunos de ellos situados en Latinoamérica.
Noruega, mientras tanto, anunció que destinará 500 millones de dólares anuales hasta el 2020 a políticas contra el calentamiento. Y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pidió la redacción de una orden ejecutiva a través de la cual su gobierno tendrá que tener en cuenta los efectos del cambio climático en todos sus programas e inversiones para el desarrollo en otros países. Por su parte, la Unión Europea indicó que en siete años dará 3.000 millones de euros (más de 3.800 millones de dólares) en ayudas a los países más pobres para que actúen y adapten su territorio a las nuevas temperaturas.
En total, los compromisos movilizarán más de 200.000 millones de dólares antes del final de 2015, según anunció la ONU.
La necesidad de financiación para sus acciones y la de disponer de metas que no minen el crecimiento económico fueron los mensajes claves de los países en vías de desarrollo, que exigieron a los Estados más ricos que sean ellos quienes lideren el esfuerzo. Así lo señaló, en nombre del grupo G77+China –del que hace parte Colombia–, el presidente boliviano, Evo Morales, que recordó que las economías industrializadas tienen una “responsabilidad histórica” por ser los principales contaminantes, mientras que los países en desarrollo son los que, con emisiones que no superan el 1 por ciento del total al año, sufren sus consecuencias con desastres naturales.
“Ha llegado el momento de movilizar la mayor alianza de la historia para el clima y el desarrollo”, dijo el presidente de Perú, Ollanta Humala, quien confió en que la Conferencia de las Partes que se celebrará en diciembre de este año en Lima (COP 20) se cierre con un documento “claro y coherente” que siente las bases para un acuerdo global vinculante.Las negociaciones de ese gran pacto deberían culminar en París en el 2015 (COP 21), para que este entre a regir a más tardar en el 2020.
Para ello deberán salvarse las diferencias que aún dividen a la comunidad internacional, principalmente a occidente y a las economías en desarrollo, especialmente de grandes emisores de gases como China y la India, que fueron precisamente dos de los pocos países que no estuvieron representados al máximo nivel en Nueva York.
La idea de reunir a tal cantidad de políticos y conseguir compromisos reales frente al cambio climático (esto en medio de la 69 Conferencia de la ONU) relanzó las negociaciones para enfrentar este fenómeno climático, que se habían estancado. De esta forma, la hoja de ruta hacia la reducción eficaz de las emisiones de dióxido de carbono quedó nuevamente planteada, a la espera de ser consumada.

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