La gran plataforma de hielo en la Antártida se partió en dos en 2002
Cuando la enorme plataforma de hielo Larsen-B se abrió en canal y se derrumbó en febrero de 2002, dejando a la deriva 3.250 kilómetros cuadrados de hielo flotante, lo hizo solo por el calor y no por la inestabilidad del hielo. No hizo falta ni siquiera que se produjeran cambios en la línea de apoyo de la plataforma, bastó con el calor que hacía en la superficie. Así se describe en un nuevo estudio, realizado por un equipo internacional de investigadores y que publica la revista «Science».
Hasta ahora se pensaba que la desintegración de la plataforma ocurrió principalmente debido al adelgazamiento de la plataforma de hielo y a la pérdida de soporte del suelo marino debajo de ésta. Sin embargo, los detallados estudios llevados a cabo por los investigadores en el suelo marino subyacente tras el colapso de la Larsen B, sobre todo en la línea de apoyo de la plataforma de hielo -donde el hielo flotante se une con el lecho de roca subyacente- revelan que ésta no sufrió cambios.
Muros de contención
Estas líneas de apoyo ayudan a regular cuánto hielo glaciar se descarga a los océanos y actúan como verdaderos muros de contención, por lo que su comportamiento tiene implicaciones en la subida del nivel del mar. Pues bien, el análisis de los investigadores concluye que la línea de apoyo de la Larsen-B se estableció hace 12.000 años y ha permanecido invariable desde entonces. En otras palabras, no se retrajo significativamente en 2002.
Si la Plataforma de Hielo Larsen-B no se colapsó debido a inestabilidad en la línea de apoyo, entonces el colapso debe haber sido causado por calentamiento desde arriba, explican gráficamente los investigadores. Sus resultados apoyan la idea de que los procesos superficiales controlaron la desintegración de esta plataforma de hielo. Entender el papel que las temperaturas más cálidas jugaron en el colapso de esta plataforma de hielo podría ayudar a los científicos a proyectar mejor futuras elevaciones del nivel del mar a partir de glaciares en otras partes de Antártida, dicen los investigadores
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