La Organización Meteorológica Mundial considera que el proceso para restablecer los niveles de 1980 va por buen camino
Esta mejora será posible gracias a las medidas de concertación internacional para proteger el medio ambiente y tendrá como consecuencia evitar que unos dos millones de personas tengan cáncer de piel anualmente en el mundo, la reducción de las lesiones oculares y los daños del sistema immunológico humano. La flora y fauna silvestres se beneficiran también de estos cambios.
El estudio, realizado por 300 expertos internacionales, es una evaluación científica sobre la reducción de la capa de ozono, en 2014, destinada a los políticos encargados de los temas de medio ambiente. Este documento es la primera evaluación exhaustiva que se ha hecho en los últimos cuatro años sobre este tema.
Los científicos afirman que el responsable de esta mejora, en la evolución del deterioro de este frágil escudo gaseoso que envuelve el planeta, es el protocolo de Montreal de 1997 y sus acuerdos adicionales que han evitado el progresivo agotamiento de la capa de ozono que continuaba imparable y que podría haberse multiplicado por diez alrededor de 2050.
«Existen señales positivas de que la capa de ozono se habrá recuperado a mediados de este siglo gracias al Protocolo de Montreal, que es uno de los tratados ambientales más fructíferos del mundo y que ha protegido la tierra del impacto de las radiaciones de rayos ultravioletas», declaró el director ejecutivo del Pnuma, Achim Steiner.
Sin embargo, el documento advierte que si bien la eliminación de las sustancias que alteran la capa de ozono, como los gases utilizados para propulsar las sustancias contenidas en los aerosoles, ha tenido efectos beneficiosos, ciertos sustitutos son también gases con un fuerte efecto invernadero.
Los científicos explican que la principal reducción de la capa de ozono se produjo en 1980 y que tras el Protocolo de Montreal se han disminuido en un 90 por ciento las emisiones de gases a base de clorofluorocarbono (CFC) utilizados en los productos refrigerantes, espumas, aerosoles y equipos de extinción de incendios.
Los sustitutos de los CFC no son lo ideal
En cualquier caso esta solución no es ideal, ya que los hidrofluorocarbonos (HFC), sustitutos de los CFC, aumentan en un 7% cada año y aunque no afectan a la capa de ozono tienen un potente efecto invernadero que pueden contribuir de manera significativa al cambio climático en las próximas décadas, detalló el informe.
De acuerdo con los científicos, el agujero de ozono en la Antártida ha influido en las variaciones climáticas de las regiones situadas en el hemisferio durante las últimas décadas, ya que ha enfriado la baja estratosfera y este fenómeno ha impactado las temperaturas, las lluvias y los océanos. En el hemisferio norte la reducción y sus consecuencias han sido inferiores.
A partir de 2050, la evolución de la capa de ozono que envuelve el planeta dependerá principalemente de la concentración de gases de efecto invernadero: dióxido de carbono (CO2), metano y óxido de nitrógeno, los tres gases que perduran más en la atmósfera y que aumentan las temperaturas destruyendo la capa de ozono.
Por su parte el secretario general de la OMM, Michel Jarraud, declaró que «la actividad humana seguirá alterando la composición de la atmófera por lo que es necesario continuar la vigilancia atmósferica mundial para comprender, predecir y eliminar las variaciones del medio ambiente».
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