sábado, 27 de septiembre de 2014

Para salvar al planeta, no plantes árboles

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Esta semana los líderes internacionales se reunieron en la Cumbre del Clima en Nueva York para abordar el tema de las crecientes tasas de emisiones de carbono y buscar maneras de generar compromisos por el bien del medio ambiente y medidas para mitigar la crisis. Para ello seguramente y hasta la próxima reunión que se realizará en París en 2015, promoverán medidas como disminuir la deforestación y plantar árboles. 
Este es un acuerdo de marca registrada para apoyar la silvicultura sustentable, la cual ya fue anunciada como una historia de éxito en las últimas charlas internacionales sobre el clima que se hicieron en Varsovia el año pasado. Las naciones occidentales, incluyendo los Estados Unidos, Gran Bretaña y Noruega, entregaron millones de dólares a países en desarrollo para comenzar programas que redujeran la deforestación tropical. Se prometen más fondos todavía.
La deforestación explica el 20% de las emisiones globales de dióxido de carbono. Se asume que el plantar árboles y evitar más deforestación favorece una captura y almacenamiento de carbono en la tierra. Esa es la sabiduría convencional. Pero la sabiduría convencional está equivocada.
Deforestation-Amazon
En la realidad, el ciclo del carbono, energía y agua entre la tierra y la atmósfera es mucho más complejo. Considerando todas las interacciones, aumentos a gran escala en cubiertas forestales pueden, de hecho, empeorar el calentamiento global. Por supuesto, esto va contra lo que nos dice la intuición. Todos aprendimos en la escuela cómo los árboles logran sin esfuerzo realizar la maravilla de la fotosíntesis: Absorben dióxido de carbono del aire y hacen oxígeno. Este proceso nos entrega vida, alimentación, agua, refugio, fibra y suelo. Los bosques de la Tierra limpian generosamente un cuarto de las emisiones mundiales de carbono liberados por combustibles fósiles anualmente.
Por lo tanto es comprensible que esperemos que los árboles nos salven de las temperaturas que aumentan, pero la ciencia climática nos cuenta una historia distinta. Además de la cantidad de gases de invernaderos que hay en el aire, otro interruptor importante para el termostato planetario es cuánta energía solar es absorbida por la superficie de la Tierra, comparado con cuánto se refleja de vuelta al espacio. El color oscuro de los árboles significa que están absorbiendo más energía solar y elevando la temperatura de la superficie del planeta.
Los científicos climáticos han calculado el efecto que tiene el aumento de las cubiertas forestales  sobre la temperatura de la superficie del planeta. Su conclusión es que plantar árboles en los trópicos llevaría a un enfriamiento, mientras que en las regiones más frías causaría calentamiento. Para cultivar alimentos, los humanos han alterado alrededor del 50% del área superficial de la Tierra, desde bosques nativos y praderas, a cosechas, pasto y cosecha de madera. Desafortunadamente, no hay un consenso sobre si este uso de la tierra ha causado el calentamiento o el enfriamiento global en general. Dado que no sabemos esto, no podemos predecir con confianza sobre lo que haría la forestación a gran escala para ayudar a controlar las temperaturas en aumento de la Tierra.
Peor aún, los árboles emiten volátiles gases reactivos que contribuyen a la contaminación del aire y son dañinos para la salud humana. Estas emisiones son cruciales para los árboles –para protegerse a sí mismos del estrés ambiental como el calor sofocante y plagas de insectos–. En el verano, el este de los Estados Unidos es el Punto Caliente más grande del mundo para los compuestos orgánicos volátiles (V.O.C.s) que emiten los árboles.
Al mezclarse estos compuestos con contaminación de combustibles fósiles emitidos por automóviles e industrias, se crea un cóctel de químicos tóxicos aéreos incluso más dañino. El Presidente Ronald Reagan fue ridiculizado ampliamente en 1981 cuando dijo que “Los árboles contaminan más que los automóviles”. Estaba equivocado en la parte científica –pero menos de lo que muchos asumieron–.
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Las reacciones químicas que involucran los V.O.C.s de los árboles producen metano y ozono, dos poderosos gases de invernadero y forman partículas que pueden afectar la condensación de las nubes. Investigaciones hechas por un grupo en la Escuela de Estudios Ambientales y de Silvicultura de Yale y de otros laboratorios, sugieren que los cambios en los V.O.C.s. de los árboles afectan al clima en una escala similar a los cambio en el color de la superficie de la tierra y capacidad de almacenaje del carbono.
Si bien los árboles proveen almacenaje para carbono, la forestación no es una solución permanente ya que los árboles y el suelo también “respiran” –es decir, queman oxígeno y liberan dióxido de carbono de vuelta al aire–. Eventualmente, todo el carbono encuentra su camino de vuelta hacia la atmósfera cuando los árboles se queman o mueren.
Más aún, es un mito que la fotosíntesis controla la cantidad del oxígeno que hay en la atmósfera.  Incluso si se detuviera toda la fotosíntesis del planeta, el contenido de oxígeno de la atmósfera cambiaría en menos de un 1%.
La selva tropical del Amazonas es a menudo percibida como los pulmones del planeta. Pero de hecho,casi todo el oxígeno que la Selva del  Amazonas produce durante el día se mantiene ahí y es luego reabsorbido en la noche por el mismo bosque. En otras palabras, la selva Amazónica es un sistema cerrado que usa todo su oxígeno y dióxido de carbono.
Plantar árboles y evitar la deforestación sí ofrecen beneficios inequívocos para la biodiversidad y muchas formas de vida. Pero confiar en la forestación para que detenga o revierta el calentamiento global es otro asunto muy distinto. La ciencia dice que el gastar preciados dólares en la forestación para la mitigación del cambio climático tiene un alto riesgo: No sabemos si enfriaría el planeta y tenemos buenos motivos para temer que pueda tener precisamente el efecto contrario. Dar más fondos a la forestación puede parecer un triunfo fácil para los líderes de las Naciones Unidas, pero es una muy mala apuesta.

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