sábado, 27 de septiembre de 2014

¿Cómo detectar un producto verde falso?

«El 98% de los más de 2.000 artículos analizados en Norteamérica y comercializados como “verdes” no eran completamente transparentes con la información ambiental transmitida al consumidor».
Etiqueta ambiental de  un producto «orgánico»
Etiqueta ambiental de un producto «verde»
¿Cómo detectar un producto “verde” falso?
Por María Victoria Marchisio*
Las consecuencias de la crisis económica y los diferentes desastres naturales que se suscitaron en el mundo y que son de público conocimiento en la era de la información, dieron un giro en el comercio, modificando algunos matices de la oferta y la demanda.
Todo ello motivó una necesidad de implementación de cambios en el mercado y por ende comenzó a surtir sus efectos en los nuevos productos que se comercializan, a punto tal que se registra una especie de transición tendiente más bien a resolver necesidades que a buscar saciar el espíritu de derroche que está tan impregnado en el consumismo.
En esta senda tanto grandes como pequeñas corporaciones a nivel mundial han dado un giro al desarrollo de su producción, de modo más amigable con el medio ambiente, además de más económicos y con un mayor sentido funcional para ofrecer a los consumidores del mundo soluciones que realmente satisfagan sus necesidades sin necesidad de desembolsar demasiado dinero para adquirirlas.
De este movimiento, por llamarlo de algún modo, surgió el llamado “marketing ecológico” que se traduce en la publicidad que cada vez con más frecuencia ofrece una gran variedad de productos que presumen ecológicos. Muchos de estos productos se jactan de ser biodegradables, verdes o reciclables, pero no siempre lo son, aunque el consumidor no lo sepa a ciencia cierta.
«He aquí el centro de atención de este artículo, que se ocupa de la necesidad de saber si los tan famosos productos “verdes” que se venden cada vez más y son accesibles a todos, son realmente “verdes”.
La verdad es que muchas empresas aprovecharon el boom de la producción“verde” para “purgar” la imagen, o más bien “dar un lavado de cara” a sus productos y/o a sus empresas, para atraer a consumidores más comprometidos con el cuidado del medioambiente. Un producto verde pero apañado, sin dudas, merece la penalización del caso.
Esta cuestión que me inquieta desde hace un tiempo y me remitió a los datos recogidos al respecto por un estudio de la empresa de marketing ambiental TerraChoice, que indica, sorpresivamente para mí, que el 98% de los más de 2.000 artículos analizados en Norteamérica y comercializados como “verdes” no eran completamente transparentes con la información ambiental transmitida al consumidor.
Ahora bien, aparece aquí una cuestión que se vincula con la seriedad de la empresa y la responsabilidad de ésta para con el consumidor, y que se basa en la certeza y pertinencia de la información que se aporta en las etiquetas insertas en cada producto, en el cual el consumidor confía cuando compra el mismo para su consumo del producto verde.
Sabemos al respecto que en varios países está regulado el uso de algunos términos tales como “ecológico”, “biológico” o “bio” para la alimentación, y que se traducen en etiquetas que garantizan que un producto tiene tales o cuales calidades ambientales. Pero, tan cierto como ello es que no existe unanimidad ni certeza acerca del alcance o real significación de apelativos tales como “natural” o “respetuoso con el medio ambiente”, e incluso con el rótulo de“ecológico” para otros sectores.
Estos espacios no legislados concretamente son los que sirven de relleno para muchas empresas que hacen uso de estos términos a través del uso fraudulento de la “publicidad verde”. La consecuencia de ello es que se seduce al consumidor con información falsa, y se lo engaña, empero, las “mentiras tienen patas cortas” y tras descubrir diferentes casos que denotan este fraude en detrimento del consumidor, es que una organización con sede en Ontario (Canadá) lo denuncia en su web, donde define los “siete pecados del‘Greenwashing‘ (“lavado verde”).
La industria desleas etiqueta deliberadamente falsos productos «verdes»
La industria desleal etiqueta deliberadamente falsos productos «verdes»
Para tener en cuenta, debemos saber que los productos de limpieza, los cosméticos y los infantiles son las tres categorías que potencialmente poseen más riesgo de padecer ‘greenwashing’.
Imperdonable y descabellado desde la lógica y la buena fe, suena que los productos más expuestos sean los juguetes y los artículos para bebés, ya que son los de mayor atención al momento de ser adquiridos, toda vez que atraen conceptos referidos a la salud y al medio ambiente por la simple y única razón que los padres –y adultos en general- tienen un cuidado especial cuando se trata de elegir un producto para sus hijos –o cualquier pequeño a quien se lo obsequie.
Por ello las empresas gastan millonarias sumas de dinero en publicidad y marketing para atraer al mercado que ofrecen la atención de los mayores con mensajes tales como “no contiene Bisphenol A”“juguetes de algodón no tóxicos”,“orgánico” o “pañales biodegradables”. Definitivamente para los padres un producto natural implica que es un producto bueno y seguro, pero en ciertos casos, nada es más alejado de la realidad. A modo de ejemplo, aunque resulte chocante, debemos recordar que el arsénico, el uranio o el mercurio son naturales, no obstante lo cual, a la vez, resultan venenosos.
El «lavado verde» o «Greenwashing» está difundiéndose y engañando al buen juicio.-
El «lavado verde» o «Greenwashing» está difundiéndose y engañando al buen juicio.-
Los fabricantes de productos cosméticos tales como cremas varias, champús, pastas de dientes, entre otros, han experimentado también una mayor tendencia a comercializar géneros más amigables con el medio ambiente, por lo que habitualmente hoy resulta más fácil y común encontrar un jabón que sea “100% natural”, o un acondicionador “orgánico”, o algodones “biodegradables” o una esponja “ecológica”.
En esta misma senda se enrolan las industrias fabricantes de productos de limpieza, que comienzan a producir de modo más respetuosa con el medio ambiente, especialmente tras la demanda de dichos productos por parte de escuelas, hospitales, oficinas y otras instituciones, lo que ha acelerado la mejora de fórmulas y tecnología que fue modificando productivamente este tipo de géneros.
No sólo en este sentido, la demanda de este tipo de productos comienza por expectativas de gran demanda, sino que asimismo, se suman a esta movida la demanda de los hogares de productos que no dañen la calidad del aire de la casa, siendo el mensaje por excelencia al respecto del “no tóxico” inserto en la mayoría de los productos de esta especie que se adquieren en el mercado.
Bien, después de este pantallazo, voy a transcribir los llamados “siete pecados capitales del ‘lavado verde’ que cometen frecuentemente muchas de las empresas que venden un “falso” producto “verde” y que por tal, podremos detectar si estamos atentos al momento de escogerlos.
El primero de los pecados de esta lista es el pecado del “impacto oculto”, que basa la afirmación de la calidad de producto “verde” en base solamente sobre unas pocas cualidades ambientales que se toman de forma aislada en relación a la mayoría, sin prestar atención al real impacto global. Sobre este punto, TerraChoice se refiere al papel que se presenta como “100% ecológico” por ser reciclable o por proceder de una plantación sostenible, sin considerar los aspectos vinculados al proceso de fabricación y comercialización, tal como las emisiones de gases de efecto invernadero, el uso de energía, el agua utilizada, los impactos de la silvicultura o el uso de cloro para el blanqueo del papel, entre otros «tips».
El segundo pecado que menciona Terra Choice es el de “la falta de pruebas”, que se vincula con la falta de certificados reales o de información fácilmente accesible y clara que corrobore lo que informa la etiqueta inserta en el producto. Indica esta organización que ello suele suceder con lámparas que promueven la eficiencia energética, cosméticos o toallitas de papel, por ejemplo, que se venden como reciclables, cuando en realidad no lo son, y ello tiene una pista clara que es la sola indicación de la calidad de “reciclable” sin más dato que ello.
El consumo de los productos «verdes» es una alternativa para la manera convencional…mas contaminante.
El consumo de los productos «verdes» es una alternativa para la manera convencional…mas contaminante.-
Como tercer pecado aparece la imprecisión a la hora de describir una etiqueta, que se traduce en el resultado de no definir bien la información que aparece en los productos, o bien, la falta de significado de los mensajes que confunden al consumidor. A modo de ejemplo mencionamos los casos que indican que el producto “no lleva sustancias químicas”, ya que imposiblemente puede ser fidedigno y real habida cuenta que nada está absolutamente libre de químicos (todas las plantas, animales y humanos están compuestos de químicos). Algo similar ocurre con aquellas indicaciones en las etiquetas que dicen “todo natural” o “no tóxico”, sin indicaciones detalladas de su significado —todo puede ser tóxico, en mayor o menor dosis—.
Una cuarta categoría estaría dada en algunos artículos que incluyen información sin importancia con el solo fin de distraer al consumidor que busca un producto realmente ecológico. Este es el llamado pecado de la irrelevancia. El ejemplo más claro se encuentra en los productos cuyas etiquetas anuncian que es “libre de CFC’s”. Los clorofluorocarbonados son los principales culpables del deterioro de la capa de ozono y fueron prohibidos por ley hace unos 30 años. Aún hoy, muchos productos —como lubricantes, insecticidas, desinfectantes- continúan poniendo en sus etiquetas este mensaje que no aporta realmente nada.
Como quinto pecado aparece el que se denominó pecado del ‘mal menor’ y que se refiere a ciertos productos que en su conjunto tienen un dudoso beneficio ambiental, al margen que se vendan como productos “orgánicos” o “verdes”, tal lo que sucede con los insecticidas o los herbicidas rotulados de “verdes”. Sabemos que innegablemente hay ciertos sectores que necesitan el uso de artículos, como ser para usos agrícolas, pero la realidad indica que, en otras circunstancias, éstos pueden ser innecesarios para usos domésticos tales como jardines.
El sexto pecado se vincula directamente con la mentira que insertan ciertas empresas y que expresamente lo hacen incluyendo en sus etiquetas ciertos elementos y certificados de sus productos, que no son tales. Al respecto, la organización de Ontario que es la que sirvió de referencia, menciona ejemplos tales como champús que dicen ser “orgánicos” y no lo son, o productos que aseguran estar empaquetados en papel 100% reciclado, cuando en realidad contienen plásticos, entre otros múltiples ejemplos que denotan el pecado de la mentira.
El séptimo y último pecado que se menciona en la lista es el de “adorar las etiquetas falsas”. Muchas empresas han llegado al punto de falsificar certificados y copiar etiquetas para simular un producto respetuoso con el medio ambiente, lo que implica un artilugio o estrategia engañosa, de modo inescrupuloso por saber que de ese modo el consumidor detectará el producto por la atención que impone.
Como conclusión, sólo quiero mencionar que es importante más allá del afán por un consumo responsable, que seamos cuidadosos y nos detengamos al momento de elegir un producto, prestando atención a algunos de los puntos enunciados en este informe.
Será mayor aún la atención que deberemos prestar los consumidores que pertenecemos a países a que no tienen legislada la cuestión inherente a la información en las etiquetas, como mi país, Argentina, aunque sí se puede uno respaldar en la legislación de defensa del consumidor, para quienes la tenemos, y exigir el cumplimiento en torno al “deber de informar”, que cumple un rol determinante a la hora de hacer las etiquetas que forman parte del envase de cada producto introducido en el mercado.
Como vimos, con diversas estrategias de diseño, los fabricantes le apuestan al desarrollo de productos eco amigables. Sin embargo, no todo lo que se ofrece como producto “verde” cumple con las expectativas para tal. Una vez mas me veo impelida a decir que la comunicación de atributos, y la capacidad de compra y educación de los consumidores, inciden en el desarrollo del mercado de los productos sostenibles. Hemos visto que incluso en Estado Unidos, los siete pecados están a la orden del día.

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