Con todas las emociones que han fluido en los últimos días, a veces parece que nos olvidamos del motivo, o la gota que colmo el vaso según se mire, que dio origen a todos los disturbios ocurridos en la ciudad de Estambul, que fue la defensa de un grupo de ciudadanos del conocido como parque Gezi.
Realmente el parque Gezi es un modesto y no muy bello parque situado en uno de los laterales de la plaza de Taksim. La verdad si uno es honesto, es de esos sitios a los que un turista jamás tiraría una foto, de hecho pese a ser un fotógrafo compulsivo de la ciudad, he revisado mis carpetas y no he encontrado una foto en la que aparezca el parque, ni siquiera de refilón, pese a que he estado sentado en sus bancos en innumerables ocasiones.
Quizás lo que haga especial a Gezi es la sensación de que siempre esta ahí, que siempre puedes contar con la referencia visual de sus arboles cuando llegas a Taksim o que puedes puedes pasear por el mismo y sentarte al cobijo de su sombra. Gezi es de los pocos jardines públicos que existen en el centro de la ciudad y sirve de pequeño pulmón para millones de seres que cohabitan en el gran Estambul.
La propuesta de reforma de este espacio conllevaba la construcción de un centro comercial que iba a imitar el estilo de un cuartel militar otomano existente en el pasado en la zona.
El proyecto, añadido a la construcción de la nueva mezquita de Taksim, suponía una reforma absoluta del área, cuya visual iba a resultar radicalmente diferente a la actual. Se ganaría en lugares de ocio, incluyendo comercios, bares y terrazas, a costa principalmente del parque.
Uno no puede negar que el proyecto presentado, mas allá de los presuntos y oscuros intereses de islamizar Taksim, es atractivo, de hecho se puede entender que alguna gente lo apoye ya que los antiguos barracones tenían su encanto arquitectónico e incluso se puede decir que estuvieron allí antes que el parque.
Pero pese a ello, yo personalmente he estado siempre en contra del proyecto. Por un lado por que me gusta la naturaleza y que creo que los parques son vitales para los ciudadanos y mas aun en una ciudad tan contaminada como Estambul. La ausencia de espacios verdes siempre ha sido para mí uno de las grandes defectos de la ciudad y es una problemática que ningún político turco parece preocuparle lo mas mínimo.
Segundo no acepto, ni nunca aceptare que se sacrifique un espacio público para un beneficio privado, no nos olvidemos que no existe ninguna necesidad de nuevos centros comerciales en Taksim, ya que si algo le sobra a la zona es actividad comercial. El que se haya prevalecido los intereses de los especuladores en contra del pueblo es sin duda una de las peores sensaciones que deja este conflicto.
Tercero entiendo que las ciudades deben mutar y uno no puede ser inmovilista en este tema, pero el factor sentimental es importante. A muchos estambulís aun les duele cierre del Inci y otros muchos simplemente no quieren que la ciudad cambie, porque prefieren verla tal como esta. Con todo Taksim ha mutado, hace tiempo que desaparecieron aquellos comercios que regentaban los griegos y que mencionaba Orhan Pamuk en su libroEstambul: ciudad y recuerdos, de la misma forma que también desaparecieron las embajadas y gran parte de los cines.
Que se quiera dar una nueva imagen al barrio no debería ser tan traumático, pero si exige dialogo y eso es precisamente lo que se ha reprimido. Bajo la imposición y el gas lacrimogeno cualquier idea o proyecto carece valor. A mí personalmente me da igual que el edificio a construir sea bello o no, o si va a vitalizar la zona o atraer a miles de turistas, el proyecto nace manchado de sangre y eso es algo que uno no puede olvidar
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