No obstante, la abundancia de contaminación por plásticos es 100 veces menor de lo que se pensaba.
contaminación por residuos plásticos tiene carácter planetario y alcanza a las áreas más remotas, incluyendo a las aguas superficiales del océano abierto. Así se desprende de un estudio de investigadores del CSIC, publicado en la revista «Proceedings», que ha demostrado que existen cinco grandes acumulaciones de residuos plásticos en el océano abierto, que coinciden con los cinco grandes giros de circulación de agua superficial oceánica.
Hasta ahora, se habían encontrado altas concentraciones de desechos plásticos flotantes en las áreas centrales del Pacífico y del Atlántico Norte, aunque los modelos de circulación océanica sugerían que podía haber acumulaciones en los cinco giros subtropicales.
«Son zonas que quedan aisladas por sistemas de corrientes que giran en torno a su periferia», explica a ABC el científico del CSIC Carlos Duarte, coordinador de la Expedición Malaspina en el marco de la cual se realizaron los trabajos que han llevado a estos resultados.
El «séptimo continente»
La más conocida es el giro del Pacifico Norte, una corriente en vórtice que atrae y concentra como un remolino toneladas de residuos plásticos. Se la conoce, tristemente, como la gran placa de basura del Pacífico o el «séptimo continente», situado a mitad de camino entre Hawai y Norteamérica. En 2010, le salió un serio competidor en el Atlántico Norte occidental. Ahora, los investigadores han comprobado que existen esas acumulaciones y otras similares en el Pacífico Sur, el Atlántico Sur y el océano Indico.
La contaminación por plásticos hallada en la superficie del océano está dominada por partículas menores a un centímetro de diámetro, que se conocen como microplásticos. «Los microplásticos -explica el investigador Andrés Cózar, de la Universidad de Cádiz- pueden llegar a durar cientos de años y fueron detectados en el 88% de la superficie océanica muestreada durante la Expedición Malaspina 2010». Los principales residuos encontrados son polietileno y polipropileno, polímeros empleados en la elaboración de productos de uso diario como bolsas, contenedores de bebida y comida, utensilios de cocina y juguetes, entre otros.
Cuál es su destino final
Con estos resultados los investigadores están dando los primeros pasos para trazar el primer mapa global de contaminación marina, pero aún quedan cuestiones básicas sin resolver. Así, la cantidad de plásticos que flotan en el océano y su destino final es aún desconocido. Y es que, como explica Duarte, la abundancia de contaminación por plásticos es menor de lo que se pensaba: «Es del orden de decenas de miles de toneladas, cuando se esperaba encontrar del orden de millones de toneladas».
Cózar explica que «en función de las estimaciones de entrada de plástico flotante en el océano, se esperaba encontrar cantidades unas 100 veces mayor». En este sentido, series históricas de concentración de plásticos en la superficie en zonas muertas del océanomuestran que no se ha producido ningún incremento significativo desde los años 80, a pesar del aumento en la producción de plásticos y en el vertido de éstos a los mares.
Esto sugiere que las aguas superficiales no son el destino final para los residuos plásticos en el océano, y que grandes cantidades de microplásticos podrían estar pasando a la cadena alimenticia marina y a los fondos océanicos. «La novedad de nuestro trabajo es que indica la existencia de un proceso, no identificado aún, que está retirando microplásticos de la superficie a una alta velocidad», explica Cózar.
Por tanto, «el reto pendiente es averiguar dónde está el resto de los plásticos que entran al océano», dice Duarte. Se manejan varias hipótesis, añade Cózar, y las más probables son: el lastrado de los plásticos por organismos adheridos, la nano-fragmentación (rotura en nanopartículas), y la ingestión por organismos marinos. «Esta última forma de retirada es particularmente preocupante porque los impactos de la contaminación por plástico se podrían extender a toda la red trófica marina a gran escala», advierte el investigador.
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