miércoles, 7 de mayo de 2014

EE UU prueba a sus ciudadanos que el calentamiento es real


Los efectos del cambio climático ya no son una amenaza lejana, un problema que se pueda postergar. Tal y como alertaron los científicos de la ONU hace unos meses, la subida del nivel del mar, la acidificación de los océanos, las sequías y las inundaciones van dejando su impronta en todo el mundo. Y Estados Unidos, el segundo país —por detrás de China— que más gases de efecto invernadero emite, es mucho más consciente desde que este martesla Casa Blanca hizo público un informe que alerta sobre las consecuencias del calentamiento en su territorio: dependiendo de dónde vivan, los estadounidenses tendrán más dificultad para acceder al agua, sufrirán más lluvias torrenciales o verán mermadas las cosechas.
El informe, elaborado durante cuatro años por más de dos centenares de científicos y varias agencias gubernamentales, pretende exponer la literatura científica disponible acerca de un problema que preocupa a todos los líderes mundiales. Especialmente, a medida que se acerca la decisiva cita que tienen el año que viene en París, donde la cumbre del clima debería sustituir —y mejorar— el protocolo de Kioto y asignar un nuevo reparto internacional de emisiones. El llamado Informe Nacional del Clima es el tercero que encarga la Casa Blanca. Sin embargo, ninguno de los otros dos presidentes apoyó sus conclusiones como lo hizo ayer Barack Obama: el presidente dio varias entrevistas en televisión para hablar del cambio climático.
¿Pretende Estados Unidos reemplazar a Europa en el liderazgo de la lucha contra el calentamiento global? Manuel de Castro, catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha y uno de los autores del último informe del IPCC (el panel de expertos de la ONU), señala que aún es pronto para asegurarlo —“el próximo año en París vamos a tener una excelente ocasión de comprobarlo”, dice— pero valora que el hecho de que Obama “haga bandera” del informe “podría hacer pensar que se va a tomar más en serio el asunto”. El presidente tiene, eso sí, “muchos intereses que juegan en contra, empezando por las reservas energéticas fósiles que parece que les van a convertir en autosuficientes”. Aún no se puede afirmar que EE UU se quiera poner al frente de la ofensiva global contra el cambio climático, pero si quisiera hacerlo la UE ya no le disputaría el puesto como antes. Tras meses de tiras y aflojas entre los Estados, Bruselas aprobó en enero un compromiso medioambiental para 2030 menos ambicioso que el actual, algo que se ha interpretado como un paso atrás en su liderazgo internacional en materia de cambio climático.
Desde Washington, en cambio, ayer se lanzó la que sus autores consideran “la mayor señal de alarma” sobre la urgencia con la que EE UU debe responder al desafío del clima. “Ya no estamos hablando de una realidad futura. El cambio climático afecta a todas las regiones del país”, afirmó John Holdren, director de la Oficina de Ciencia y Tecnología de la Casa Blanca. El asesor defendió que el nuevo informe, “el más exhaustivo y con mayor autoridad sobre cómo el cambio climático está afectando a EE UU y lo hará en el próximo siglo”, aporta datos a las autoridades para decidir qué medidas deben tomar. Datos que sirven para que el cambio climático sea menos abstracto para el estadounidense medio, explica al teléfono Lou Leonard, vicepresidente de cambio climático de WWF en EE UU. “El informe manda el mensaje de que el calentamiento ya está sucediendo, y que se nota aquí, en el patio de atrás de cada ciudadano”, añade.
En 2012, el mismo año que EE UU padeció los efectos del huracán Sandy, la región central del país era víctima de una de las peores sequías en su historia, un tercio de la población experimentó temperaturas por encima de los 38 grados durante más de diez días y se batieron 356 récords de temperatura en todo el país. El Informe Nacional del Clima analiza los efectos de estos fenómenos en ocho regiones, documentando sus consecuencias en el ámbito de la salud, el transporte, el agua, las infraestructuras, la economía, la energía y la agricultura.
“Durante las últimas décadas hemos detectado los ámbitos en los que ha impactado el cambio climático; ahora, por primera vez, podemos conectar a todos entre sí”, explica Jerry Melillo, presidente del Laboratorio de Biología Marina y asesor de Obama. El cambio climático “afecta a la solvencia y capacidad del sistema de transporte” de EE UU, según el documento, disparará los efectos por “inundaciones en aeropuertos, bahías, puertos, túneles y líneas de tren”, y continuará desafiando la red de producción de energía del país y amenazando la salud de las personas a causa de “incendios, descenso de la calidad del aire, problemas de salud mental y enfermedades transmitidas por la comida el agua o mosquitos”.
La Casa Blanca defiende que el estudio servirá para convencer a los escépticos. Obama necesita su apoyo, especialmente entre los republicanos de la Cámara de Representantes, para aprobar las medidas que permitan responder a los desafíos del clima cuanto antes. El plan contra el cambio climático de la Casa Blanca, de 2013, proponía inversiones en infraestructuras, como carreteras, puentes o incluso hospitales que tengan garantizado su funcionamiento durante huracanes o inundaciones.
El informe relata que durante las últimas cinco décadas las precipitaciones torrenciales han aumentado un 71% en la región del noreste, un 37% en el centro del país y un 27% en el sur. Las altas temperaturas —con una subida media de un grado en los últimos 100 años— pueden ascender 4,5 grados a finales de este siglo. El texto añade que el mayor desafío al que se enfrenta el país es la subida del nivel del mar en la costa Este: la previsión es que ascienda más de 10 centímetros antes del fin de siglo. Los expertos destacan el esfuerzo que deberá hacer la ciudad de Miami para protegerse, con un proyecto multimillonario para evitar los efectos de las inundaciones. En el suroeste, las largas sequías dificultarán la lucha contra los incendios.
La Casa Blanca alerta también de los efectos del cambio climático en la economía. Según sus estimaciones, la reconstrucción y los destrozos causados por el huracán Sandy tienen un coste de 65.000 millones de dólares (47.000 millones de euros). Los efectos de la sequía y las olas de calor costaron otros 21.500 millones de euros y las consecuencias por el empeoramiento del clima en todo el país, 7.900 millones de euros más. El informe destaca asimismo que el coste de no actuar es entre cuatro y diez veces superior al de invertir ahora en medidas de mitigación de los efectos del cambio climático.

Miami hundido

MAYE PRIMERA (MIAMI)
Se teme que la ciudad ya no será tal cuando el siglo XXI termine. Que Miami será una ruina hundida en el Atlántico como consecuencia del paulatino ascenso de las mareas y de una centuria que comienza con la proliferación de millonarias construcciones con una pobre planificación ambiental, a menos de un metro por encima del nivel del mar. Ante el presente de inundaciones que padecen actualmente la ciudad y media docena de condados del sur del Estado de Florida, esta imagen del futuro cobra cada vez más sentido.
Miami y otras ciudades cercanas ya suelen inundarse, no solo con el paso de las tormentas, sino en las noches de luna llena, cuando suben las mareas. En la costa este del sur del Estado, algunas playas e islas de barrera han comenzado a desparecer, y el agua salada ha comenzado a filtrar la red de canales del pantano de los Everglades, sobre el cual están asentados gran parte de los nuevos desarrollos inmobiliarios de la zona. Las autoridades locales temen que la subida del nivel del mar pueda generar, en un futuro no muy lejano, inundaciones en dos sentidos -desde la costa y desde el interior del pantano- y que el agua salada pueda llegar a saturar las tierras agrícolas y contaminar las reservas subterráneas de agua dulce.
Sin embargo, solo cuatro condados del sureste han comenzado a preparar un plan para reducir en 80% las emisiones contaminantes que aceleran el cambio climático y para proteger a sus comunidades de la eventual subida del nivel del mar. El condado de Broward, por ejemplo, ya está restringiendo las construcciones en zonas de riesgo que estén por debajo del medio metro de la elevación sobre el nivel del mar; y otros condados, como Sweetwater, planean invertir en la instalación de bombas para escurrir el agua y hacia el océano. En Miami Beach, una de las áreas de mayor riesgo que suele inundarse incluso durante los días soleados, la municipalidad planea invertir unos 400 millones de dólares en más de 40 estaciones de bombeos y otras mejores urbanísticas para mantener sus calles secas y a salvo.

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