Con el calentamiento global, las olas de calor tendrán una mayor incidencia, lo que se traducirá en más fallecimientos. Y estos no constituyen una cifra nimia. A la ola de calor de 2003 en Europa se la considera responsable de la muerte de decenas de miles de personas.
Por ejemplo, en Francia, donde en el mes de julio de aquel año las temperaturas llegaron a estar en algunas zonas hasta 10 grados centígrados por encima de las de 2001, hubo 14.800 fallecimientos atribuidos a la ola de calor. Otro ejemplo contundente es el de la ola de calor de 2010 en Rusia, que provocó, según se estima, unos 55.000 fallecidos, además de cuantiosos incendios forestales. Hay que tener claro que no todas las personas que mueren en una ola de calor son gente con salud precaria y/o de edad muy avanzada. Una combinación desafortunada de circunstancias puede acabar en tragedia para una persona joven y que no parecía ser tan vulnerable a los efectos del calor.
Una investigación llevada a cabo por el equipo de Radley Horton y Patrick Kinney de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York, y Tiantian Li (ahora en el Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades, en Pekín) ha explorado el futuro de las olas de calor, y no es nada halagüeño. Tomando en este caso a Manhattan como área de estudio, los resultados indican que las muertes asociadas al cambio climático pueden aumentar en un 20 por ciento para la década del 2020, y, en algunos escenarios que asumen el peor de los casos, hasta en un 90 por ciento o más para la década de 2080. El aumento de las temperaturas invernales asociado al calentamiento global reducirá la cifra de fallecimientos provocados directa o indirectamente por el frío, pero según los cálculos del nuevo estudio, eso sólo contrarrestará parcialmente las muertes que se cobrará el calor, con el resultado de que la tasa neta de mortalidad asociada al clima y sus temperaturas podría aumentar en un tercio.
Se estima que la cifra de fallecidos por olas de calor aumentará de modo notable en Manhattan por culpa del calentamiento global. El hombre de la foto viajaba en metro durante la ola de calor de agosto de 2006. (Foto: Environmental Health Perspectives)
Los registros de datos diarios del Central Park en Manhattan ya muestran que las temperaturas medias mensuales han aumentado entre 1901 y 2000 en 2 grados centígrados (3,6 grados Fahrenheit), valor sustancialmente mayor que los del calentamiento medio de Estados Unidos y el del mundo.
Las ciudades tienden a concentrar el calor; los edificios y el pavimento lo absorben durante el día y lo emiten al entorno durante la noche, caldeando el ambiente. Este efecto es conocido como "isla de calor".
En Manhattan se han batido bastantes récords de temperaturas; 2012 ha sido hasta ahora el más caluroso, y en cada uno de los últimos tres años, Manhattan ha experimentado temperaturas iguales o superiores a 100 grados Fahrenheit (37,8 grados centígrados). Las proyecciones para el futuro varían, pero todas prevén aumentos notables de los valores promedio: De entre 1,8 y 2,3 grados centígrados (de 3,3 a 4,2 grados Fahrenheit) de aumento para mediados de este siglo, y de entre 2,4 y 3,9 grados centígrados (de 4,3 a 7,1 grados Fahrenheit) de aumento en torno a la década del 2080. (A mayor plazo, mayor es la incertidumbre de la predicción)
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